Ante todo, quise ser tan generoso como él lo era con el mundo.

Ir hacia delante, dar más que tomar. No podía haber tenido un amigo mejor.

                                                                                                                    MAX PAM

La fotografía es el lenguaje visual de un punto de vista. Es la voz del discurso, la palabra en un texto. Con él, el fotógrafo revela metáforas en celuloide, insinúa el deseo, encuadra la injusticia, enfoca el desencanto o inmortaliza la felicidad efímera de un instante. La fotografía contiene la expresión del artista susurrada en blanco y negro. La revelación del autor nos producirá la indiferencia de un anuncio cien veces repetido o nos hará vibrar como el bordón de un contrabajo en un blues. Una fotografía es siempre una propuesta, es un viaje, un instante ya vivido que regresa con todas sus emociones, es un sonido y un olor, es textura y es color. Las fotografías tienen voz propia, y si hoy te acercas a ellas, podrás oír lo que Max Pam y Bernard Plossu quieren proponerte.

Se conocieron por correspondencia. «En 1973 vi un sorprendente y extraordinario portfolio (…) Era de un fotógrafo australiano. Quise conocerlo, sus imágenes me fascinaron. Así comenzó una amistad y una correspondencia ya de cuarenta años«, de esta forma nos relata el fotógrafo francés Bernard Plossu a su amigo australiano Max Pam, quien más tarde escribiría: «Fue Bernard quien inició nuestra amistad. Me escribió a Australia hace ya 40 años. (…) La influencia de Bernard ha sido realmente profunda en mi vida«.

Ambos fotógrafos han dedicado su empeño a narrar el viaje, a documentar la vida. Un viaje de obligada paciencia para captar esa sutil hermosura que late en lo cotidiano. Sus trabajos mantienen el compromiso con esa forma de contemplar el mundo, apartándose de la inmediatez y artificialidad de la fotografía demandada en el siglo XXI, del mundo en liquidación que se precipita por degustar la vida con fogonazos de artificio. Una sociedad hipnotizada por el éxito fugaz de una pantalla táctil que cosecha la fama en la delgada memoria de un mensaje con menos de ciento cincuenta palabras. La propuesta de Max Pam y Bernard Plossu se aleja de esta tendencia, convencidos de que la belleza se encuentra en la lentitud de un paisaje o en la minuciosidad de un artesano. En la soledad de un trayecto en carretera por el desierto de Iraq o México. En la arqueología abandonada en Yemen o Turquía. En el extraordinario paralelismo de una celebración en Pakistán o en Senegal; de un viaje a punto de emprenderse en Beijing y en una estación de París; de una mujer maquillándose en Tailandia y una niña aprendiendo a hacerlo en México; del sinuoso arrastrar de una serpiente en una pista de Western Australia o de Nuevo México. Similares escenas en las caras opuestas del planeta que han ido cosechando Max Pam y Bernard Plossu para construir, a lo largo de miles de carretes, lo esencial que une a los seres humanos más allá de las fronteras.

Detente un instante y fija tus ojos más allá de la prisa, permítete explorar en ese encuadre por el que transitas diariamente. Viaja con tu recuerdo a aquel lugar que te acercó a la persona que escondes. Encuentra tus similitudes con este planeta fotográfico que ha unido la visión de Pam y Plossu. Atrévete a parar, atrévete a viajar.

Pedro Rojano, Marzo 2023

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